Un helado para ellos y dos para mí, por favor [los Jones]

Un helado para ellos y dos para mí, por favor

Heladería | Con Conan y Connor | 17:00

Audrey manoseaba la carta de la heladería a la espera de que sus dos queridos hermanos llegasen: habían quedado a las cinco para merendar y verse un rato. No es que fuese muy puntual normalmente, pero aquella tarde tenía hambre porque no había comido mucho y de forma inconsciente había llegado antes de la hora. Además entraba a trabajar en el pub a las 18:30 y necesitaba energía vital proporcionada por chocolate lo antes posible. Era muy pronto todavía para tomar otro tipo de sustancias que le hiciesen soportar mejor la existencia.

Era casi milagroso encontrar tiempo para reunirse los tres. Conan tenía sus deberes de señor mayor responsable y aburrido en la universidad, ella tenía un trabajo de verdad por la tarde-noche en el pub y Connor... bueno, Connor puede que estuviese más libre. O no. A saber qué estaba haciendo con su vida: probablemente meterse en líos constamentente y acosar a la mitad de la población femenina de Storybrooke. Al menos no hacía cosas aburridas, de eso estaba segura.

Escuchó la puerta de la heladería abrirse y le bastó con mirar de reojo para ver de cuál de sus hermanitos se trataba. Por mucho que insistiesen en ir confundiendo a la gente, ella no entendía cómo no podían diferenciarles fácilmente. Los gestos, la forma de vestir... eran muy diferentes. Supuso que ella tenía práctica. Y tanta. —Vaya, ¿dónde te has dejado a la copia? ¡Tengo hambre! ¿Es que no pensáis en vuestra pobre e indefensa hermana pequeña? — exclamó a modo de saludo sin dejar de menear la carta plastificada por puro aburrimiento.

Un helado para ellos y dos para mí, por favor

Heladería | Con Audrey y Connor | 17:00

Conan tenía los días bastante ocupados, entre tutorias a varios alumnos, supervisar publicaciones de la universidad, corregir exámenes y casi cualquier cosa que a los profesores "de verdad" considerasen poco interesante para ellos y le pedían que hiciera, no tenía ni un hueco para tomarse un respiro. Era una explotación en toda regla lo que hacían en aquella universidad y sin duda, añoraba sus días de aventura por el mundo, el entenderse por gestos en las calles de ciudades que otras personas  nunca escucharán pronunciar.

Que tiempos aquellos en los que se podía permitir jugar a las cartas hasta las tantas y luego casi sin haber dormido seguir trabajando bajo el sol. Ahora se podia permitir ese horario de sueño, pero corrigiendo unn trabajo tras otro y comprobando que nadie había copiado y pegado de la Wikipedia.

En ocasiones se preguntaba si valía la pena todo aquello, porque lo que realmente le gustaba a él era mancharse las manos, pero claro, sin la docencia no había un sueldo estable... y tenia que ahorrará para ayudar a su hermano cuando se metiera en un lio, algo que pasaría tarde o temprano. Y por supuesto si algo le pasaba a su hermana, también era necesario que alguien pagará el seguro médico y bueno, él  era el que mejor posición de los tres tenía.

Por suerte, aquella tarde había podido  cancelar la tutoria con una joven muy amable y comprensiva y había llegado a tiempo a la cita. Sorprendentemente era el segundo, su hermana pequeña ya le esperaba allí.

-Creo que se me ha quedado en la impresora... o se me ha caído en la calle y anda haciendo alguna ilegalidad -las primeras palabras las dijo con cierto humor, pero a pesar de que aún tenía la sonrisa socarrona al pronunciar las últimas, un ligero tono de preocupación se podia notar. Algún día aquella vida le pasaría factura a su hermano.

-Creo que los dos sabemos que de indefensa no tienes nada -se sentó frente a Audrey, dejando el maletín de cuero en el suelo y recolocandose las gafas para leer bien la carta -. Cualquiera que te quiera hacer algo malo acabaría huyendo despavorido ante tu sarcasmo -levantó la vista y le dedicó una sonrisa divertida.

-Si te mueres de hambre puedes ir pidiendo algo, yo esperare a Connor -cerró la carta y miró a su hermana, esperando a que decidiera que tomar.

Un helado para ellos y dos para mí, por favor

Heladería | Con Audrey y Conan | 17:00

Llegaba tarde, pero, como decía el dicho, lo bueno se hacía esperar y si algo había claro es que si algo era bueno en ese mundo (no moralmente hablando, claro), ese era Connor. Moralmente hablando, quizás lo era Conan, pero eso convertía a Conan en el hermano aburrido, mientras que él era el hermano guay. Estaba demostrado científicamente, solo que nadie había publicado los resultados porque su guayosidad sobrepasaba los niveles y cualquiera se sentiría mal al compararse con él, estaba claro.

El caso es que, como ya hemos dicho, llegaba tarde a la heladería, donde había quedado con el resto de los Jones porque Conan les iba a invitar a helado. Si bien era cierto que en ningún momento se había dicho que iba a ser Conan el que pagara, esto era porque era obvio que iba a ser él. Connor no tenía dinero (no dinero limpio, al menos) y Audrey no era muy de invitar, para ser sincero. De hecho, si alguien le hubiera dicho que Audrey les iba a invitar a algo, posiblemente se hubiera descojonado en la cara del autor de semejante ocurrencia.

El caso es que consiguió llegar al local no demasiado tarde, pero los demás ya habían llegado. Era de esperar que Conan llegara antes que él, porque era el puntual, pero que Audrey ya estuviera allí no era tan de esperar. Se hubiera sentido traicionado por su hermana si no fuera porque realmente, él era, de lejos, el más desastre de los tres.

─ ¿Me habéis echado de menos?  ─ saludó, acercándose a la mesa.  ─ No tenéis que contestar, es retórica.  ─aclaró, sentándose en la mesa con una sonrisa.

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Heladería | Con Conan y Connor | 17:00

Conan se sentó en la mesa con ella y le siguió la broma, algo que siempre estaba bien. Probablemente el profesor estaba de buen humor... a pesar del tono fatalista con el que acabó la frase —Vaya, deberías de controlarle mejor, ya sabes. ¿Te imaginas que un día le busca la policía y te arrestan a ti? Sería un fastidio— contestó con tono jovial para restarle gravedad al asunto. Connor era un liante, pero siempre solía acabar bien, así que aunque a Audrey le molestase a veces su actitud de rebelde sin causa y su egocentrismo absurdo, la verdad es que su capacidad para salir ileso de todo lo que hacía era bastante life goals. Conan se preocupaba demasiado.

Se rió divertida ante el comentario de Conan sobre su independencia —Qué imagen tienes de mí, hermanito, te he pillado. Si de verdad crees eso entonces deja de ser tan pesado y protector a veces— dijo tirándole una bolita de papel hecha con un trozo de servilleta.—Y no te preocupes, sobreviviré a mi hambre hasta que venga el sinvergüenza de tu hermano... sobreviviré pidiendo un helado, por supuesto.— Audrey llamó la atención de una camarera y pidió una copa de helado de chocolate con mil cosas más. —¿A que vas a ser un buen hermano y nos vas a invitar, Conan? —dijo volviendo a posar la vista sobre él y poniéndole ojitos. Su sueldo no era malo del todo, pero si podía ahorrarse algo y además, fastidiar un poco a Conan, iba a pedirle que les invitase sin ninguna duda. Era su recompensa por 25 años de convivencia con él y su gemelo.

Mientras que la camarera posaba su merienda en la mesa, Connor entró por la puerta y soltó un comentario ingenioso de esos de los suyos —¡Connor Herrick Jones! ¿No es maravilloso tener a la familia reunida? Nos haces daño llegando tarde siempre que quedamos — exclamó negando con la cabeza y con tristeza fingida — pero justo llegas cuando Conan decía algo sobre invitarnos a los dos a merendar. ¿A que es genial?

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Heladería | Con Audrey y Connor | 17:00

Un escalofrió le atravesó la espalda con la idea de que un día su hermano se pusiera en tal situación, no solo a él si no a los dos hermanos. Conan se preguntaba que tenía en la cabeza su hermano, debía reconocer que en muchas ocasiones sabía en lo que pensaba, porque aunque no lo pareciese, eran muy similares, pero no lograba comprender como había elegido aquella vida… con todas las implicaciones que venían con ella.

-Yo solo he dicho que espantarías a cualquiera… no que por ello estarías a salvo. Seguro que se te da también como a Connor cuidar de ti misma, bueno, algo mejor, espero –dijo el profesor con un tono cargado de acritud y una sinceridad algo cruel. Asintió mientras revisaba la carta, su hermana no tenia porque esperar al desastre que tenía por gemelo, solo la pregunta le hizo levantar la vista de la cartulina, además en ese momento su hermano llegó… al final no iban a tener que esperarle mucho.

-¿Acaso hay que preguntar eso? Todos sabemos  que quien paga todas las meriendas soy yo –se recolocó las gafas y miró a sus hermanos por encima de ella -. ¿Soy el único de los tres que lo tenía ya interiorizado?-aquella era su familia, y aunque su hermana era la reina del sarcasmo y las contestaciones hirientes, todos ellos sabían usarla y parecía que era el único idioma en el que los tres podían comunicarse.  

-Vamos a pedir de una vez, seguro que tú tienes que entrar pronto a trabajar y tú-hizo una pausa y miró a su gemelo para luego acomodarse en el asiento -. Tú tendrás que volver a lo que quiera que estuvieras haciendo.

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Heladería | Con Audrey y Conan | 17:00

─ Seguro que sí  ─respondió a su hermana, guiñándole un ojo. En realidad, dudaba seriamente que algo o alguien fuera capaz de hacerle siquiera un rasguño a Audrey. ─ ¿De veras, Conan? ¡Qué sorpresa! ¡Qué acto de filantropía sin precedentes! ─ exclamó, exagerando su tono irónico más de lo aconsejable.

Por supuesto, Conan no tardó en aclarar la situación, como si no fuera suficientemente obvia. Ah, Conan, siempre tan ingenuo. Y luego se creía que era el listo, solo por tener un título, trabajo, casa, coche y dinero. Bah, Conan podía quedarse todo aquello. A Connor le sobraba con su labia y su estilo. No pudo evitar soltar una carcajada al escuchar la pregunta de su hermano, para después revolverle el pelo como si no fuera más que un crío ingenuo e inocente. Aunque, claro, en cierto modo lo era.

─ ¿Solo las meriendas? ─ preguntó, con burla, mientras volvía a ponerse en pie para mirar los sabores de helados que había. Por desgracia (para el monedero de Conan) había de muchos sabores que le gustaban, así que no podía elegir, así que se tendría que comprar una tarrina grande para poder probarlos todos. Con todo el dolor de su corazón. ─ Yo tomaré una de las grandes con helado de chocolate, menta, naranja, ron, nata y stracciatella, por favor.  ─ dicho aquello, giró para mirar a su hermano con una sonrisa de oreja a oreja.

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Heladería | Con Conan y Connor | 17:00

Audrey hundió la cuchara en su copa de helado y después se la llevó a la boca —Eso efstá muy bienf, Cofnanb— habló con la cuchara en la boca demostrando una vez más su finura de señorita. El helado de chocolate estaba verdaderamente bueno, por eso era su preferido. Acabó de masticar y dejó clavada la cucharilla en la copa—El primer paso para ser feliz es aceptar el destino que te haya tocado. Y el tuyo es ser el hermano bueno e invitar a tu probre hermano indigente y a tu hermana descarriada a comer.

Creía que ella se había preocupado ya lo suficientemente poco por su salud –porque, siendo sinceros, a nadie la importaba el monedero de Conan– cuando Connor pidió una copa como con mil sabores diferentes—Connor, eres un gocho. Vas a engordar y ya no ligarás nada. Y ya es lo único que te quedaba. Y Conan se convertiría en el hermano popular y el mundo explotaría –si es que tu has sido popular alguna vez–. Y la gente ya no os confundiría porque tú estarías más redondeado que él y eso quita diversión a la vida— se divirtió metiéndose con Connor porque el bullying sólo al hermano responsable le quitaba el equilibrio al asunto que a ella le resultaba tan entretenido. En el fondo los eran tan criticables... ¡Cómo quería a sus hermanitos!

—Bueno, bueno, a ver, contadme algo interesante. ¿Alguna momia nueva, Conan? ¿La policía sigue siento tan simpática como siempre, Connor?—preguntó apoyando los codos en la mesa y la cabeza sobre las manos. Como si verdaderamente fueran a contestarle a esas dos preguntas tan poco cotidianas.