La espuma que desaparece | Cornelia Downtown

La espuma que desaparece

Puerto | Cornelia Downtown | 12:48

Los listones de madera crujían y se elevaban con el paso de la gente. El salitre había dañado la madera durante los años y empezaba a notarse. Incuso el moho y algún otro pequeño ecosistema en simbiosis había escogido aquellas tablas como nuevo hogar.


Olía a mar.
A algas y a sal.


Summer sabía que no era la postura más formal y educada para estar, pero apoyar la espalda entre el reposabrazos y el respaldo, estirando las piernas sobre el banco, era la posición más cómoda para leer.

Era invierno, pero Storybrooke había amanecido despejado y con un sol muy horizontal  que pedían a gritos salir de casa.  Por suerte para Summer, el profesor de psicometría había faltado a última hora y no tendría que ocupar su puesto en el cine hasta horas después.

Apenas hacia viento pero la suave brisa marina intentaba, caprichosa, pasar las páginas a su antojo. Summer estaba sumergida en la lectura y pobremente no se percataba del sonido del crujir de la madera.


A simple vista podía parecer un libro aburrido. Las tapas se sostenían a duras penas y varias de las páginas estaban sueltas. Sin embargo era de lo más interesante que había leído desde hacía tiempo. En realidad lo que le hacía disfrutar tanto de esa lectura en concreto eran las largas semanas que había dejado atrás sin poder tocar un libro. Exceptuando, claro, los de la Universidad.


Desvió la mirada de las hojas y se centró en el horizonte. Tan infinito. En realidad no era más que una línea, pero su significado era tan inmenso. Casi tanto como el mar en sí. Un escalofrío le recorrió la espalda pensando en la amplitud y la libertad. Le hizo sentirse pequeña, pequeña pero con ansias por crecer.


Mientras su mente se olvidaba lentamente de la lectura, dejaba atrás el mundo de los sueños y se perdía en la enormidad del mar y en la libertad que otorgaba, sus manos se relajaron y dejaron de sostener el libro con tanta dureza. Tal fue así, que un par de las hojas sueltas volaron.

Cerró el libro tan rápido como tardó en reaccionar y saltó por encima del respaldo del banco en su dirección.

─ ¡Hey! ─ Les exclamó. ─ ¡Volved aquí! ¡Mañana tengo que devolveros a la biblioteca!

Sin embargo, el llamamiento a las hojas, como objetos inertes que son, fue poco fructífera para Summer.