Red riding hood » Tristan R. Lawrence

Red riding hood

Límites del bosque | Tristan| 23:36 horas

Todo está bien porque los hombres lobo no existen, ¿cierto?

Lulú había hecho doble turno en el restaurante y estaba exhausta, aunque su vívida imaginación no tomaba descanso cuando se trataba de ponerle los pelos de punta. Era en momentos como aquel, cuando las sombras del bosque parecían querer engullirla, que se preguntaba la razón que sus padres habían tenido para tener una casa alejada de la civilización. Su hogar le encantaba y estaba lleno de bellos recuerdos, aunque las cosas hubieran cambiado tanto desde los últimos años, y se negaría a cambiarlo de tener la oportunidad pero eso no significaba que la rubia le dejaría de temer a los monstruos que pudieran encontrarse al acecho mientras llegaba a casa. Y no es que ella viviera los días de manera temerosa, pero hacía un par de semanas se había visto una película de terror. Mala idea. Lulú cuenta con un largo historial de pesadillas a causa de ése tipo de películas, siempre intenta evitarlas pero aquella vez pensó que ver una sobre hombres lobo no sería la gran cosa y vaya que se había equivocado.

Dio un respingo cuando escuchó un par de ramas quebrarse. Seguro que es un conejo, repetiría la frase en su mente las veces necesarias para terminar creyéndolo. Sintió un escalofrío recorrer su columna y apresuró el paso después de que volvió a escuchar el mismo sonido. Por la reina de las hadas, estoy segura de que es un hombre lobo. Comenzó a correr, y apenas llevaba un par de metros haciéndolo cuando cometió uno de los principales errores que ocurren en una película de terror; miró hacia atrás. No vio absolutamente nada pero el movimiento le hizo perder el equilibrio y tropezar, hubo un sonido sordo cuando su cuerpo cayó sobre el suelo. Y entonces dejó escapar un grito desde el fondo de su garganta, un grito que pareció ser lo suficientemente audible hasta para la última de las estrellas del firmamento, tal vez alguna de ellas se consideraría de la rubia y bajara a ayudarla porque estaba segura de que en ése momento el monstruo de sus pesadillas saltaría sobre ella para devorarla.