There's no need to be unfriendly with each other, hm? | Aisha Kapoor

There's no need to be unfriendly with each other, hm?

BIBLIOTECA | CON AISHA | 8:26 PM

Apresurado, mas no por ello menos cuidadoso y pulcro en sus movimientos, el Director Gerente del Hospital cerró la puerta que daba a la estancia principal de aquella hogareña y agradable Biblioteca Municipal de Storybrooke con la dulzura propia de quien arropa a un bebé en la oscuridad de la noche. Llegaba tarde, bastante tarde contando con que apenas restaban unos minutos para el cierre de aquel edificio, pero tras salir de su trabajo y decidir acudir allí a por un clásico con que amenizar su noche, ni el propio Alá iba a impedírselo.

Había tenido que ir casi corriendo, desde el centro a la zona este, debido a que su coche se encontraba aún en el taller del pueblo, y un tenue brillo cubría las raíces de su pelo a causa del sudor y el esfuerzo que eso le había llevado. Su respiración aún era agitada, pero planchando las solapas de su chaquetón con eficacia, el hombre alzó la mirada buscando el cartelito que le guiara en su camino. Lo encontró y echó a andar al hacerlo, pero también su mirada se topó durante ese camino con la morena tez de la joven bibliotecaria que sobre el mostrador parecía ya querer marchar a casa.

—Buenas noches. —Murmuró a su paso sin poder evitar fruncir el ceño. ¿Acaso había más musulmanes en el pueblo y lo desconocía? Era extraño... Su cara le resultaba bastante familiar, pero jamás antes la había visto. Podría incluso jurarlo sobre el Corán... Conocía a la mayoría de gente del pueblo, su trabajo lo facilitaba, y, como poco, conocía al menos a todos los familiares de aquellos a quienes no había visto en la vida. Pero si hubiera habido una familia árabe en el pueblo, él habría sido el primero en enterarse. "¿Y tú quién se supone que eres...?"

Sacudió así el hombre la cabeza al adentrarse entre las estanterías de aquella biblioteca, consciente de que aquellos pensamientos no tenían cabida allí. Necesitaba apresurarse y tomar el primer libro que encontrara para no retrasar el cierre, cosa que hizo nada más detenerse frente a la pegatina que rezaba "Shakespeare".

"Hamlet estará bien." Pensó para sí con el viejo ejemplar sobre sus morenas manos, examinando el estado de su lomo para abrirlo después. "Hace tiempo que no lo leo." Y no mentía. Su biblioteca estaba compuesta de miles de tomos de enciclopedias sobre anatomía, diccionarios de medicina y mil cosas más, pero apenas tenía espacio para obras como aquella. El Ipad le servía en ocasiones, pero nada podía equipararse al tacto del papel. Pero para ser exactos, su principal problema era el tiempo.

En silencio y sin mediar palabra, clavando los ojos de forma casi intimidatoria sobre los de la muchacha que parecía esperarlo para poder al fin apagar las luces, el doctor Muajad depositó la obra sobre el mostrador esperando que la bibliotecaria le diera plazo para devolverlo. Y una explicación a dónde se había metido hasta aquel día.

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Biblioteca| Con Fakhir | 8:26 PM

En una mano, una barra de Kit-Kat a medio acabar que le servía de merienda y de aperitivo. En la otra, una pluma estilográfica con la que marcaba, casi de forma mecánica, los libros que habían sido devueltos durante su turno. No había retrasos con ninguna entrega, y eso ahorraba a la joven la violenta situación de tener que redactar una carta de aviso a la persona en cuestión, ya que no le gustaba nada. No se le daba bien regañar.

Consultó el reloj una última vez antes de cerrar el pesado libro de registros -sí, aún funcionaban así. Aisha llevaba meses luchando por implantar un sistema informático, pero nadie parecía hacerle caso.-, y estaba a punto de comenzar a recoger cuando el característico sonido de la puerta la alertó. Un rezagado.

Tenía unas ganas tremendas de irse a casa, pues había sido un día bastante agotador, pero no podía ser igual de borde que las bibliotecarias más mayores, que apagaban las luces quince minutos antes para poder largarse pronto.
No, por mucho que le molestase, ella debía aguantar allí y hacer su trabajo. Además, ¿qué importaban unos minutos más? Ya había perdido el último autobús hacia rato. Nada iba a cambiar que regresase a casa andando.

-Buenas noches.-Estuvo a punto de esbozar una sonrisa, pero se quedó a medio camino e cuanto observó el rostro del tardío visitante. Piel morena y rasgos indudablemente árabes delataban la identidad de aquel hombre. Todos conocían al Director del Hospital,y aunque Aisha jamás se había cruzado con él, una punzada de reconocimiento recorrió su cuerpo cuando el hombre pasó frente a ella. Esa cara le resultaba familiar, pero por más que trataba de buscar una explicación, no la encontraba. "Será que mi familia habla tanto de él que consiguen que me lo imagine antes de verlo en persona."

No le dio demasiada importancia y abrió de nuevo el libro de registros, justo en el momento en el que el hombre regresaba con su elección literaria bajo el brazo.-Buena elección.-Comentó, mientras cogía el libro para apuntar el número de identificación junto a la fecha.- Es una de mis tragedias favoritas.-Ante la intensa mirada que recibió, Aisha agachó la cabeza y se centró en terminar su trabajo.

-Debe devolverlo en dos semanas-Estuvo a punto de añadir toda la parafernalia de lo que ocurriría si se demoraba en devolverlo, pero aquel hombre no tenía pinta de ser de los que se retrasaban. No se sentiría extrañada si aparecía al día siguiente.-Espero que lo disfrute.

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Continuó el hombre mirando a la muchacha como el depredador del que muchas veces se jactaba ser, firme y sin titubeos, sin que por un solo momento un leve pestañeo acudiera a sus párpados. ¿Cómo había podido pasar aquella muchacha desapercibida ante su crítico ojo tanto tiempo? Era obvio que ya no era una niña, una posibilidad sería que se hubiera mudado hacía poco a Storybrooke. Eso explicaría lo de no conocer a otra familia árabe en aquel pueblo. O quizá, a fin de cuentas, quizá no estuviera tan enterado de todo lo que sucedía en aquel municipio, tal y como él deseaba. Sin embargo no podía dejar de tener esa extraña sensación de que ya había visto con anterioridad aquella luminosa piel caramelo.

Fakhîr se dio cuenta al fin de cómo la estaba mirando, considerando aquel comportamiento erróneo y tachándolo de indebido nada más reconocerlo como propio. Tragó saliva y dirigió su mirada a ambos lados de la sala, no nervioso pero sí cuanto menos exaltado. No quería que nadie lo acusara de pederastia por una pequeña confusión. Su imagen no podía ser manchada de aquella manera, ni a ojos de sus convecinos ni bajo las orbes del poderoso Alá.

—Sin duda. De lo mejor que ha escrito Shakespeare, si me permite dar mi opinión. —Dijo alto y claro dejando relucir sus blanquecinos dientes. Había notado como la chica había bajado su cabeza ante su intimidatorio mirar, no esperaba conseguir nada de ella de aquella forma y no tenía intención de no hacerlo. Ansiaba aquella información como un niño que espera al amanecer en Nochebuena y no iba a darse el lujo de perderla.— Lo haré, aunque quizá debería de haber probado con otra obra que no hubiera leído ya, ¿no cree? Lástima que sea tan tarde, me encantaría escuchar una opinión experta como la suya, ¿señorita...?

El doctor fue directamente al grano. No le gustaba perder el tiempo ni que le hicieran perderlo, pero también sabía ser sutil, de alguna manera, a la hora de hacerlo. Tan solo necesitaba escuchar el apellido de aquella muchacha, saber cuál era su procedencia y por qué se le antojaba tan conocida.

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Biblioteca| Con Fakhir| 8:26 pm

Aisha aún podía sentir la mirada de aquel hombre posada sobre ella mientras terminaba los registros para que pudiera llevarse el libro. Se sentía incómoda, pero a la vez sentía que estuviese frente a alguien conocido. A lo mejor, se dijo, tiene que ver con que es la primera persona cuyo color de piel era similar al suyo en aquel pueblo.

Aunque todas aquellas sensaciones y pensamientos quedaban de lado en el momento en el que alguien sabía formular una opinión clara sobre su escritor favorito. Sus ojos se iluminaron ante aquellas palabras como lo haría una vela encendida en medio de la oscuridad, atraídos por la curiosidad que William Shakespeare despertaba en Aisha

.- Estoy completamente de acuerdo con usted. Es una lástima que la gente no sea capaz de ver más allá de Romeo y Julieta.-Aquello era gracioso, pues esa era su obra favorita, pero no dejaba de molestarle que la gente sólo hablase de ello por ser una trágica historia de amor. Incultos.

-Oh, ¿ya se la ha leído?.-Sin duda, se encontraba ante un hombre culto o que al menos lo aparentaba, y eso hacía que la curiosidad de la joven se despertase aún más.-A lo mejor podría interesarle Otelo. Se dice que Shakespeare escribió esta tragedia poco después de Hamlet. Aunque tengo entendido que quizás la compañía de teatro de StoryBrooke la representa estas Navidades.-¿Experta, ella? Siempre se había considerado más charlatana y curiosa que otra cosa, peor oír esas palabras de alguien como él, alentaban a la joven a seguir hablando

.-Aisha, Aisha Kapoor. Usted es el Doctor Muajada, ¿verdad? Lamento haberle entretenido tanto con mi cháchara sobre Shakespeare, pero no puedo evitarlo...-Y, en su rostro, se esbozó una sonrisa que esperaba reflejase la disculpa que sus labios se negaban a formular.

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—Bueno, si me permite añadir, no creo que Romeo y Julieta sea una mala obra, sino que la gente la ha mitificado de una forma... ¿Poco correcta? Es decir, fijarse solo en el contenido es tan vacuo como creer conocer a una persona por su mera apariencia... —Meditó en voz alta demostrando a la bibliotecaria de que se trataba de un hombre culto en no solo una sino varias ramas del saber. También quería así seguir aproximándose a ella para averiguar de una vez por todas de dónde demonios había salido.

Recogió con una mano el ejemplar ya registrado por la muchacha y lo metió bajo su brazo para sacar después de su bolsillo el carnet de la Biblioteca que hacía tanto tiempo que no usaba. Lo depositó frente a ella con una traviesa sonrisa y punteó con su dedo índice las letras que en este conformaban su nombre.

—Así es, pero no pida disculpas, señorita Kapoor. La cultura nunca le ha hecho mal a nadie, que yo sepa. —Bromeó con una zalamera mueca sobre sus labios mientras que su enrevesada mente ya se ponía en marcha. No había ninguna "Familia Kapoor" en el pueblo, no al menos que él la conociera, y eso le dio un mayor misterio al asunto, misterio que no dejaba indiferente a aquel que siempre trataba de tener el control de toda situación.— Otelo será pues una buena elección la próxima vez. —Finalizó antes de recoger de nuevo su tarjeta y devolverla al lugar de donde previamente la había sacado.

De nuevo una mirada, un reconocimiento de la sala en el que Fakhîr advirtió que ambos eran los únicos que restaban en aquel lugar y un nuevo y estratégico plan con el que dar por fin respuesta a todas sus dudas. Debería echar mano a su astucia y su pericia, pero también su actuación, y eso podría ser difícil viendo el dominio que la muchacha tenía por el drama... Pero el show siempre tenía que continuar. El doctor resopló metiendo las manos en sus bolsillos y antes de dirigirse a la puerta, habló por última vez.

—Quizá pueda ilustrarme con sus conocimientos sobre Shakespeare tomando un café, señorita Kapoor.

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Biblioteca | Con Fakhir| 8:26 PM

Si el efecto que aquel hombre buscaba era engatusar a Aisha, lo estaba consiguiendo. Era la primera persona entre todo aquel pueblo que formulaba exactamente las palabras que siempre rondaban la mente de la joven respecto a aquella obra. Y estaba segura de que aquello se podía ver reflejado en la expresión de su rostro, que se asemejaba al de un niño abriendo sus regalos el día de Navidad.-Yo, eh, estoy de acuerdo con usted.-Realmente se había quedado sin palabras.

-La cultura no, pero hablar demasiado sí.-Bromeó, reponiéndose aún de la impresión que acababa de llevarse. Seguía teniendo aquella sensación familiar cuando miraba el rostro del hombre, pero había quedado todo en un segundo plano tras los descubrimientos que estaba haciendo.-Seguro que no tendrá problema en llevarse Otelo. Por desgracia, en este pueblo Shakespeare no es demasiado famoso.-

Por desgracia para ella. Sabía que no era muy común que una joven de 22 años adorase a Shakespeare tanto como lo hacía ella, pero verdaderamente se sentía cautivada por la forma de narrar que tenía aquel escritor.

Una vez que finalizó todo el trámite, Aisha comenzó a recoger sus cosas, preparándose para cerrar y despedires (y agradecer, por qué no) del hombre, cuando sus palabras volvieron a sorprenderla una vez más.-¿Un café?.-Miro de nuevo el reloj y suspiró. Todavía faltaba una hora para que pasase el siguiente autobús, y un café se le antojaba mejor que una caminata hacia su casa.
Por un instante, se preguntó qué pensaría la gente al ver al director del Hospital con una bibliotecaria más joven que él, pero rápidamente desechó aquella idea. Que pensasen lo que les diera la gana.

-Está bien, doctor.-Salió de detrás del mostrador con su bolso ya colgado del hombro, y aprovechó esa corta distancia para enviarle un mensaje a su no-padre e informarle de que no la esperasen para cenar, que se retrasaría un poco.-¿Siente predilección por alguna cafetería en especial?

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BIBLIOTECA | CON AISHA | 8:26 PM

Una sonrisa de satisfacción surgió en el moreno rostro del hombre mientras advertía todos y cada uno de los gestos en la contraria, los cuales le hacían saber que, aún sin quererlo, la había cautivado. Aquello tan solo le facilitaría el trabajo, y era que ya contaba con aquel supuesto café antes incluso de que esta pudiera responder a su petición.

—Lamentablemente, la cultura no es muy accesible en poblaciones pequeñas, aunque he de decir que esta biblioteca no deja nada que desear. —Dijo girando sobre sus talones para dirigir su mirada hacia las estanterías repletas de libros con la mano hasta ahora libre metida en su bolsillo. Se mantuvo dándole la espalda así unos breves segundos, dándole tiempo para responder a su propuesta antes de volver a girar hacia ella.

—Así es, un café. —Asintió levemente con la cabeza encogiéndose de hombros con una inocente sonrisa que no dejaba dudas de sus aparentes intenciones.— Un par de amigos intelectuales que intercambian conocimientos ante una humeante taza de café.

Tan solo unos segundos pasaron hasta que la morena le respondió, pero en ellos fue capaz de ver el doctor un sin fin de expresiones bastante interpretables. O tenía mucho tiempo, o no lo tenía en absoluto, sólo había que ver la manera en que la muchacha miró su reloj o cómo resopló momentos después. Después, por su expresión, el doctor dedujo que no le parecía muy buena idea. Eso era más que lógico. No se conocían y él le doblaba la edad. Hubiera adivinad ese pensamiento incluso si su rostro hubiese sido de piedra... Finalmente accedió a su proposición y salió tras del mostrador tecleando algo en su móvil, probablemente cancelando algún otro plan que no llegaría a desarrollarse.

—La cafetería del Hospital es casi la única que conozco, dado que, con el poco tiempo libre que su gerencia me deja, prefiero invertirlo en mi casa. —Bromeó ácidamente dirigiéndose esta vez hacia la puerta, dejándola abierta con caballerosidad para que Aisha pudiera atravesarla en primer lugar.—  Me fío más de su buen juicio, Aisha. ¿Puedo llamarla así?

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Biblioteca| Con Fakhir| 8:26 PM

Su no-padre no respondió al mensaje, por lo que devolvió el móvil a su bolso y cogió su abrigo. Necesitaba poner en orden sus pensamientos, porque no podía actuar como una estúpida colegiala ante, nada más y nada menos, el Director del Hospital. Ella era inteligente, y ya que había encontrado otro aparente amante de Shakespeare, debía controlarse y tratar de estar a la altura.

-Suena bien. Además, nada me vendría mejor ahora mismo que un café. Ha sido un día muy largo.- Cada vez notaba más cerca los exámenes y trabajos, y pasarse todo el día fuera de casa no ayudaba a su creciente agobio. Pero nadie dijo que la vida universitaria fuese fácil.  Escuchó con atención las palabras del hombre, asintiendo con entendimiento ante éstas. Era lógico que no conociese ninguna (o casi ninguna), porque dirigir un hospital no debía ser tarea fácil.

Atravesó la puerta, dedicándole antes una sonrisa y un asentimiento de cabeza a modo de agradecimiento, y en pocos segundos el aire fresco removió su cabello. Se ajustó el cuello del abrigo y se colocó bien el bolso, y después se giró levemente para volver a encarar a su nuevo amigo.

-Conozco una, a un par de calles de aquí, donde su especialidad es el café con canela. Espero que mi elección no le defraude.-Y, tras unos segundos, volvió a asentir, esta vez sin dejar de sonreír.- Sí, claro, puede llamarme así. ¿Cómo debo dirigirme a usted? ¿Doctor, excelentísimo…?-Ella también bromeaba, y esperaba no ofenderle. No sabía cómo tratar a una persona de un cargo tan importante como él, y mucho menos sabía si estaría bien visto tutelarle.

Comenzaron a caminar por las calles de StoryBrook, donde las farolas comenzaban a encenderse debido a la incipiente oscuridad. Aisha no podía dejar de preguntarse dónde diablos había visto antes a ese hombre, pero su cerebro se conformaba con la explicación de que, al ser de un cargo tan importante, podría haberle visto incluso en el periódico.
La situación era, cuanto menos, curiosa.

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BIBLIOTECA | CON AISHA | 8:26 PM

La intachable educación de aquella muchacha no podía ser puesta en duda, pero sin embargo esta no le recordaba al hogar al Doctor Fakhîr. Tampoco el aroma que desprendían sus cabellos azabaches al pasar frente a su figura le hacían ver a una "verdadera" musulmana en ella, sin embargo poseía ese aura natural y exótico que atraería la atención de cualquiera al entrar en una sala. Cuanto menos la suya, estando tan interesado en la cultura del Islam como lo estaba. ¿Por qué no la había visto nunca antes en aquel pueblo? Todo aquello le escamaba en cierta manera, tanta casualidad le ponía el vello de punta. ¿Pero es que acaso esperaba recibir una explicación divina? Claro que no.

—Acostumbrado al café, por llamarlo de alguna manera, de máquina que bebo cada mañana, cualquier elección será buena. —Bromeó dejando que la puerta se cerrara tras su espalda, aunque permaneciendo quieto a su lado sin separarse aún de ella. Era la bibliotecaria y no haría bien en marcharse sin cerrarla...

—"Excelentísimo doctor" estará bien. —Comentó mientras reanudaban la marcha. Sin añadir más, el hombre esperó una respuesta por parte de la fémina, siendo aquel un desafío con el que poner a prueba su intelecto y pericia. Adoraba aquella clase de juegos, pero no muchas veces la gente era capaz de entender lo que él consideraba "humor". La niebla comenzaba a echarse sobre los edificios como una tupida manta en la noche, y cada vez parecía refrescar más, por lo que Fakhîr, con la mano libre que no sujetaba la obra del dramaturgo más importante en siglos, subió los cuellos de su cazadora para tapar bien su cuello.

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Cafetería ajena | Con Fakhîr | 20:30

Al escuchar la respuesta de Fakhîr, Aisha no pudo evitar alzar una ceja en su dirección, a modo de interrogación. ¿Se estaba quedando con ella? No había ninguna pista en su rostro o en su tono de voz que delatasen sus verdaderas intenciones, por lo que Aisha tomó una decisión. Quizás trataba de burlarse de ella, aunque no tenía demasiado sentido, no después de la conversación que habían compartido dentro de la biblioteca. Ese hombre era una auténtica caja de sorpresas, de eso no había duda alguna.

-Es una pena, excelentísimo doctor, que nunca haya probado otro café que no sea el de su hospital. Se está perdiendo uno de los mejores manjares del pueblo.- Era casi obvio lo aficionada que era ella al café, pues no podía ser persona hasta que no se tomaba uno por la mañana, pero consideraba que no era de la clase de información que le interesaba al director del Hospital.

Alcanzaron la cafetería que Aisha había elegido en pocos minutos, y, como se esperaba, estaba prácticamente vacía. Sin pedirle permiso a Fakhîr, eligió una de las mesas cercanas a la ventana, que daba a la avenida principal y desde la cual se veía la torre del reloj, y colgó su abrigo y su bolso en el respaldo de su silla.-¿Me dejará el excelentísimo doctor el honor de elegir café por él?.-Bromeó de nuevo, mientras esperaba a que el hombre tomase asiento frente a ella.

Era extraño como dos personas que no se conocían de nada, eran capaces de entablar una conversación y acabar tomando un café. Esas cosas, hasta donde ella sabía, sólo pasaban en las comedias de Matthew Mcconaughey y en Friends. En StoryBrook, donde lo más interesante que le había pasado en los últimos meses había sido la desaparición de un par de libros de la biblioteca, encontrar a una persona que compartía gustos literarios era casi un milagro.

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BIBLIOTECA | CON AISHA | 8:30 PM

Furtivas miradas de soslayo acompañaron al Director Gerente en lo que restaba de camino a aquella peculiar cafetería hasta la que le estaban guiando. Casi era incapaz de reprimir una ancha sonrisa en su espera por la anhelada respuesta de la chica, pero se contuvo hasta tal punto que creyó que esta pudo tal vez haber pasado inadvertida a ojos de su nueva compañera. Si era la mitad de inteligente de lo que aparentaba con su trabajo y su afición por la literatura, no lograría ponerla en especial compromiso.

—Hablas como si viviera debajo de una piedra, Aisha. —Dijo pronunciando de forma exagerada su nombre, tanto para hacer un acercamiento más menos formal con la chica como para continuar su tono burlón. A fin de cuentas, ya se había dado cuenta de cuál era su juego...

Llegaron a la cafetería en cuestión de unos escasos minutos —cierto era que estaba, lo que se dice, "ahí al lado"— y Fakhîr, como siempre acostumbraba a hacer con todo el mundo, sujetó la puerta con su brazo para dejar pasar a la morena, quien parecía tener ya puesto un ojo en la mesa que quería. El vaho hubiera podido empañar sus gafas de haberlas tenido, y era que se notaba el hecho de que una chisporroteante hoguera coronara la sala.

—Sí, claro. Adelante. Creo que cualquiera que sea su elección no me dejará indiferente... —Fakhîr murmuró mientras desabrochaba todos los botones de su oscuro y abrigado chaquetón. Tomó asiento después en una de aquellas altas banquetas de madera situadas al lado de la ventana, observando brevemente la calle a través de ella unos instantes. Aunque pudiera parecer extraño, no hacía más frío del que pudiera hacer en otro punto de la sala —sin contar las mesas que descansaban al lado de aquella chimenea—, aquel establecimiento tenía un buen aislante... Lo habían llevado a una cafetería de modernos, al parecer. "Creo que empiezo a ser un poco mayor para estas cosas..."

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Cafetería ajena | Con Fakhîr| 20:30

Aisha frunció levemente el ceño ante la expresión del excelentísimo doctor que se había ofrecido a tomar un café con ella. Cierto era que desentonaba un poquito en un lugar como aquel, pero también lo hacía ella. Aisha no era como el resto de chicas que iban con ella a clase, y no necesitaba ir a cafeterías como aquella para disfrutar de un café. Al ver que quizás no había acertado demasiado con su decisión, decidió disculparse de forma sutil.

-No se preocupe, doctor. Si quiere, podemos pedirlos para llevar. La próxima vez…-Ahí interrumpió su frase. ¿Qué iba a decir? ¿La próxima vez que se vieran? Bajó de la nube rápidamente, dándose cuenta de la situación real de forma un poco brusca. ¿Acaso había pensado que sería buena idea ir a un sitio como aquel con, nada más y nada menos, el director del Hospital? A veces pecaba de impulsiva e ingenua, y se había demostrado en un momento como aquel. Decidió dejar la frase así, para no ridiculizarse aún más, y le pidió a la camarera dos capuchinos con caramelo y canela.

Carraspeó un par de veces, tratando de encontrar algo qué decir ante aquella situación, pero al no encontrar nada lo suficientemente interesante, agachó la cabeza y observó la tela de sus vaqueros, que se había vuelto muy interesante. En aquel momento su teléfono vibró de nuevo, y cuando lo sacó, descubrió que era su no-padre el que llamaba.-Hola.-Contestó, levantando la mano que quedó libre hacia Fakhîr, a modo de silenciosa disculpa.-No, ya te lo dije antes.¿No leíste mi mensaje?.- Eran demasiado controladores, y Aisha comenzaba a cansarse.-Con un amigo, ya te lo dije….¡Qué más te da!...Bueno, vale…Sí, adiós, adiós.

Colgó casi con fuerza, al tiempo que su rostro comenzaba a enrojecer por culpa de la vergüenza.-Disculpe, excelentísimo. Mi-mi familia se preocupa por mí.-“Y también me tratan como a una cría.” Perfecto, pues aquello sólo iba de mal en peor. Primero, le llevaba a un lugar que, a juzgar por su expresión, no le agradaba.
Y después, aquella escenita de adolescente con el hombre que la adoptó cuando era pequeña. Simplemente maravilloso.

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CAFETERÍA CERCANA | CON AISHA | 8:37 PM

Modiéndose el labio de forma inconsciente, recostado con comodidad sobre el respaldo de la silla que había escogido, Fakhîr terminó de hacer su "barrido" por le habitáculo sin ser consciente de la imagen que con sus expresiones faciales estaba mostrandole a Aisha. Terminada esa ronda, sus ojos azabache se quedaron fijados sobre los de la chica, sin comprender muy bien por qué decía tal cosa. De pronto se dio cuenta, y simplemente esbozó una sincera sonrisa. En realidad, la muchacha no tenía que preocuparse. Lo importante de aquello era la charla y el café, y si allí podían darse las dos cosas —y de buena forma, además—, del resto no había por qué preocuparse.

Pero entonces las palabras de Aisha se cortaron desconcertándole un momento. ¿Para la "próxima vez"? ¿Es que iba a haber una próxima vez? Sin poder evitarlo —y tras fruncir levemente el ceño—, el Árabe soltó una gran carcajada llevándose la mano al vientre por unos instantes. Acto seguido, se incorporó sobre la mesa y, aún manteniendo fijamente su mirada sobre la muchacha, pensó en lo que sería más adecuado decir en ese momento. La intimidaba. Y lo sabía.

Abrió la boca para hablar, pero la morena ya se había ido. Por un momento creyó haberse sentido mal al reír, que Aisha podría pensar que se burlaba de ella, pero rápidamente se le pasó, sin que aquella sonrisa cargada de arrogancia abandonase sus labios. Siguió con la mirada a la muchacha, descaradamente. No le importaba que a la vuelta se cruzara con su mirada. Le gustaba aquella muchacha. Le había caído en gracia, cosa que no solía suceder.

Fue a hablar una segunda vez, saborear un segundo intento con el que intentar excusar a la muchacha de lo que parecía haberle dado una vergüenza tremenda —el hecho de haber entrado en una cafetería tan moderna, no el hecho de que creyera poder quedar de nuevo con él, claro— pero su móvil sonó. Cruzó las piernas y se recostó de nuevo sobre la silla, con el café ya en sus manos y uno de sus pies zarandeándose bajo la mesa. Tomó un trago y esperó a que Aisha terminara su conversación.

—¿Puedo preguntar quién son tus padres? Nunca antes te había visto... Debe hacer mucho que no vas al hospital. —Bromeó alzando ambas cejas mientras tomaba otro trago de café. Cualquier plan inicial había cambiado con la sola mención de su familia. A fin de cuentas, eso buscaba al invitarla a ese café, no podía dejar escapar la ocasión ahora que de forma tan golosa se le había presentado.— Por cierto, muy rico. —Alzó la taza levemente hacia su dirección, a modo de brindis.—

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Cafetería | Con Fakhîr| 20:37

Había escuchado la risa, claro. Como el resto de personas que se encontraban en la cafetería. “En qué momento…” Sí, en qué momento aquello había precido buena idea. Por supuesto que Fakhîr le había parecido una persona interesante y agradable, pero no dejaba de ser quien era. Y ella no dejaba de ser una estudiante de 22 años que trabajaba a tiempo parcial en la biblioteca de uno de los pueblos más pequeños de todo Estados Unidos. Vale, probablemente exageraba, pero la situación era algo así.

Decidió que lo mejor que podía hacer era dejarlo pasar, y no comentó ni realizó ningún gesto o comentario respecto a la risa del médico. Podía ver su mirada posada en ella en todo momento, y no era capaz de describir la sensación que la invadía cuando eso sucedía. Miedo, curiosidad, quizás reconocimiento…Confusión.

Después de haber dado aquella estúpida explicación respecto a la llamada, que obviamente no era necesaria, volvió a fruncir el ceño ante la pregunta que se le formulaba.-Puede preguntar, excelentísimo doctor.-Pese a todo lo que había sucedido, ella seguía usando esa coletilla.-Pero me temo que desconozco la respuesta.-Antes de generar un aura de misterio innecesaria con aquella respuesta, alargó un poco más su explicación.-Me adoptaron cuando era un bebé, así que nunca les conocí.-Se encogió de hombros, como si aquello fuese lo más normal del mundo. Lo era, al menos para ella.- Vivo con el matrimonio Chandler en una de las casas que hay en el centro de StoryBrook.-Ante la mención del hospital, Aisha asintió. No le gustaba demasiado ese lugar, pues se sentía algo atemorizada por él, de forma totalmente irracional.

Bueno, al menos había acertado al elegir el café. Ella le imitó y dio un sorbo a su taza, dejando que su paladar se degustase con el sabor de la canela mezclada con el caramelo.-Me alegro que le guste, doctor. Supongo que en el hospital no tienen tiempo de preparar cafés tan elaborados como éste.-Y devolvió el pequeño brindis, dejando la taza de nuevo sobre la mesa. Quería preguntar, quería saber… Pero no sabía cómo expresarse, por lo que simplemente dejó que la conversación continuase.

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CAFETERÍA CERCANA | CON AISHA | 8:38 PM

A pesar de lo ocurrido, la joven muchacha supo mantener el tipo y continuar con aquella agradable charla sin que el siempre amenazante comportamiento del hombre la amedrentara. Aparentemente y no más de la cuenta, claro. Fakhîr adoptó una nueva postura cruzando sus manos sobre su nariz y boca, apoyando los codos cómodamente sobre la mesita para atender con todos sus sentidos a la explicación de la chica. Realmente —y sin tener del todo claro el por qué— quería conocer esa información, así que no fue de extrañar que en su ceño aparecieran unas profundas arrugas en el momento que Aisha no le dio lo que quería.

—Ahora mismo no les pongo cara. —Respondió echándose de nuevo hacia atrás, apoyándose sobre el respaldo de la silla al haberse liberado de la tensión cargada sobre sus hombros hasta aquel momento. Aparentemente, compartían procedencia, pero si había sido criada en Storybrooke desde pequeña y con unos padres probablemente no creyentes, no había ya raíces que los unieran, lo cual era una pena. Y aunque parecía no importarle hablar de aquel tema, captado por Fakhîr al interesarse en sus movimientos y las expresiones de su cara, el Árabe no insistió más. No por el momento, al menos. Bombardearla con aquel tipo de preguntas nada más conocerla sería extraño... Él no era un acosador.

De nuevo aquella sonrisa arrogante de la que muchas veces hacía gala el doctor Muajad volvió a instaurarse en sus labios, dejando incluso que una leve risa escapara de entre los mismos ante los comentarios de la chica. Era bastante ingeniosa, y aunque no sabía qué decir (lo notaba en sus constantes menciones sobre el café, en sus tics y en sus prolongados silencios), salía del paso sin llegar a aburrirlo. A él, que ya no tenía casi más experiencias por vivir que no estuvieran ya repetidas...

—Digamos que más que no tener tiempo, tenemos una máquina. —Aseguró con cierto grado de seriedad a pesar de que estuviera satirizando la situación.—Chatarra. Para nosotros el día se vuelve frenético si el café no sabe a agua caliente.