The Price of Magic
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Cinema Paradiso | Summer Londonderry Empty Cinema Paradiso | Summer Londonderry

Mensaje por Isaac Bradsley Sáb Ene 16, 2016 1:42 pm

Cinema Paradiso
Infiltrado en la sala de cine | Con Summer | 21:25 p.m

Corría. Su menudo y aerodinámico cuerpo se deslizaba entre las despreocupadas personas que, aunque caminaban con tranquilidad y sin considerarse a ellos mismos un estorbo, en ese momento estaban representando un obstáculo para el muchacho.
Corría, trotaba, se detenía y refunfuñaba entre dientes. Retiraba, con dedos delgados, hiperactivos y ligeramente temblorosos, su celular del bolsillo de su sudadera para verificar el horario. En la pantalla brillaban dos mensajes sin leer de cierta jovencita rubia que vería en breve, a pesar de que ella no contaba con su presencia. Los mensajes imponían un sentimiento de melancolía y pena, expresándole que sería una lástima no contar con su presencia aquella noche…no requirió de mucho para lograr que su inocente amiga creyera que él se perdería la noche de clásicos. Con tan sólo afirmar que debía permanecer horas extras en su monótono trabajo debía ser una excusa lo suficientemente convincente. Isaac sonrió para sí mismo, con la travesura y picardía propias de un infante (¿Acaso no eran aquellas las personas más mágicas, aquellas que deseabas conservar el resto de tu vida? ¿Acaso no eran las mejores personas aquellas que eran capaces de hacer reflotar tu infante interno entre la superficie de la rutina, de las asfixiantes y grises costumbres adultas?) antes de volver a guardar su teléfono y encaminarse, con ojos de lince y piernas de depredador, hacia la el edificio más imponente que se abría paso entre el firmamento nocturno de Storybrooke.

El cine destacaba aquella noche, cual estrella refulgente entre la sobrecogedora y profunda oscuridad. Las luces amarillas parpadeaban para atraer la atención de los consumidores, anunciando la noche de las películas clásicas más taquilleras de su época. Y el jovencito se relamió los labios de tan sólo imaginarlo, su corazón se ensanchó con las tersas melodías de cuerdas en la banda sonora de Cinema Paradiso, su sonrisa se ensanchó al imaginar la icónica escena de Scarface (su favorita para presenciar en la compañía Summer), con emocionantes estallidos de pistolas y baños de sangre por doquier, su mente se regocijó ante la mera expectativa de las enredadas, complicadas y sublimes tramas de las cuales sólo era capaz Coppola con su inmortal Padrino. La piel de sus brazos se erizó violentamente, cuando los copos de nieve que caían sobre su cabeza le recordaron a la sensación gélida, trágica y desesperanzadora que el final de Titanic le provocaba, y que volvería a hacer en tan sólo horas de distancia. Su corazón repiqueteaba con entusiasmo, cuales cascos del caballo de El llanero solitario, por la mera ilusión que el mundo de las ilusiones le podía proporcionar.

Isaac siempre había guardado un lugar especial en su interior para aquellos filmes tan significativos. Su padre le había enseñado - a una edad muy tierna y temprana, cuando asistían a las instalaciones del cinema cada domingo y él era demasiado pequeño como para sentarse en la enorme butaca y lograr vislumbrar la mínima imagen de la pantalla sin ser su visión brutalmente arrebatada por la silueta de la cabeza de en frente- que aún la película más irreal y fantasiosa, que aún esos filmes que te transportaban a mundos imposibles y especies irreales, todas cumplían una misma función; narrar una historia. “Como un libro con imágenes que se mueven”, su padre había dicho, y aún recordaba el susurro cordial en su tono de voz, mientras esperaban con impaciencia el final de los avances para ver su película. Todas desean narrar una historia donde tú mismo puedas identificarte, una historia que pueda abrirte los brazos y hacerte sentir parte de la misma, una historia con moralejas, con enseñanzas, que te ayude a reflexionar en momentos de angustia. Una historia con comedia y diversión que te haga reír en la tarde donde más has llorado en tu vida, que te ayude a recordar el lado luminoso de nuestra efímera existencia. Una historia que te hable, que te obligue a replantearte tus decisiones, morales y creencias. “Si no puedes llevarte nada de una película, simplemente no es buena.” había dicho su padre, y él siempre había estado de acuerdo. Primero por lealtad, por la acción automática de aceptar como una verdad divina todo aquello que saliera de la boca de su progenitor…y luego, por experiencia. Fanático como era, de las historias asombrosas, atrevidas y únicas. De los actores sublimes y las actrices brillantes, del color, la música y los escenarios…fanático como era, tanto del cine como de la compañía de Summer, no podía dejar pasar la oportunidad que alojaba aquella noche.

Luego de retirar sus manos congeladas y envueltas en guantes viejos y manchados, para verificar la hora una vez más, un par de cejas rubias se alzaron con sorpresa y escándalo de sí mismo, antes de que se apresurara a cruzar la última calle que lo distanciaba del edificio más mágico de ese pequeño pueblo. Hablando con voz sorda y ahogada, debido a la presencia de una gruesa bufanda azul enroscada con fuerza alrededor de su boca, Isaac pidió un boleto con toda la cortesía de la que fue capaz, considerando cómo los minutos escapaban de su alcance y el tiempo apremiaba. Con una suave sonrisa que fue eclipsada por la bufanda, pero se vio resplandecer en los ojos color café, el muchacho se aventuró dentro del edificio y un fuerte sentimiento de melancolía y, a la vez, de extrema felicidad, impactó en su rostro como si se tratase de una bofetada. Con las mejillas y la nariz rojizos por el frío, Isaac se frotó las manos para entrar en calor mientras sus ojos vagaban por las dos salas abiertas.

La estructura del lugar no era excesivamente grande. Era un edificio pequeño que ya conocía a la perfección; el aroma seductor de las palomitas cocinándose le obligó a esbozar una sonrisa y a detener su atención en el puesto de golosinas que ocupaba toda la planta baja, el cual estaba arrinconado por dos anchas escaleras, pulcras y blancas, una de cada lado, las cuales conducían a las únicas dos salas disponibles…era curioso, Isaac era un niño permanentemente frustrado consigo mismo y con el mundo a su alrededor. Siempre deseaba que las cosas fueran mejores, más inteligente, más aventureras, más bellas, más grandes, más extravagantes…y, sin embargo, aquél cine le provocaba una sensación de absoluta satisfacción. Una estructura humilde y dos salas funcionales…no necesitaba nada más.

Con su boleto en mano, avanzó a paso de rayo por la escalera derecha hasta inmiscuirse en la oscura habitación, donde los murmullos, cuchicheos y los sonidos crujientes de los envoltorios de comida afloraban por sobre el silencio que se esperaría encontrar. La acomodadora no se encontraba en la puerta para verificar su boleto, lo cual sólo eran más y más malas noticias, la película debía estar a punto de comenzar.
Una vez dentro, y esperando a que sus ojos se acostumbren a la falta de luz más allá del resplandeciente proyector allá a lo lejos, se sintió airoso y victorioso cuando finalmente vislumbró la cabellera rubia de quien había estado buscando hace horas.
Disculpe, señorita, ¿Tiene idea de por qué la película se tarda tanto en comenzar? – inquirió, con voz un tanto más grave y burlona, parándose justo detrás de ella con las manos juntas detrás de la espalda y una sonrisa ancha en los labios delgados. Una vez que Summer se volteó a responderle y, obviamente, logró reconocerlo, sus risas se combinaron armónicamente en una melodía de pura felicidad y compañerismo, mientras los delgados brazos del muchacho envolvían a su amiga en un abrazo estrecho y sentimental.
¿Crees que me perdería la noche de clásicos? ¡Estás loca! Cada vez es más fácil engañarte, por cierto. – agregó, con una sonrisa orgullosa. Sin embargo, sus ojos se abrieron en sorpresa cuando, finalmente, los anuncios terminaron para dar pie al primer filme de la noche.
¡Rápido, vamos! – apremió en voz alta, ganándose más de una reprimenda del público para que baje la voz, mas Isaac ya estaba subiendo las escaleras hacia el punto más lejano a la pantalla posible. Al fin y al cabo, era una costumbre de ambos el ver la película sentados en la escalera contigua a los asientos, en la última fila, porque desde allí podían ver toda la sala en el esplendor y la gloria que la ocasión merecía.
Isaac Bradsley
Isaac Bradsley
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Cinema Paradiso | Summer Londonderry Empty Re: Cinema Paradiso | Summer Londonderry

Mensaje por Summer Londonderry Mar Feb 16, 2016 7:05 am

CINEMA PARADISO
Con Isaac | 21:25


Sus ojos volvían a fijarse, por enésima vez, en aquella esfera de cristal. Las agujas continuaban girando cual compás  y la hora se acercaba.

Summer no podía, o más bien no quería, creerlo: Isaac no iba a aparecer.

El hall de entrada al cine comenzaba a tener bullicio poco a poco mientras que la esperanza de ver aparecer al rubio se iba apagando lentamente. Sacó el móvil del bolsillo trasero del vaquero y le escribió un mensaje:

Si no vienes nunca más te reglaré palomitas.

Y envió. Necesitaba enviarle algún ultimátum a la espera de que su amigo notase kilos y kilos de culpabilidad por dejarla sola en la noche de los clásicos. ¡Cómo se le ocurría abandonarla!¡Era la noche!

Podría parecer algo desesperada y dramática puesto que aún quedaban unos treinta minutos para el comienzo de la proyección, sin embargo, le gustaba entrar con tiempo en la sala, respirar el olor del tapizado de las butacas y observar desde su asiento, al final de la sala, cómo se iba llenando del entusiasmo en aquellos que entraban.

Se apoyó contra la pared y apoyó el pie en ella mientras miraba al fondo de la sala a una chica de uniforme servir palomitas. Suspiró y sintió la grandísima suerte de haber librado aquella noche. Aunque quizá hubiera sido mejor trabajar y no vivir el plantón de Isaac.

Su mente fue dejando en un segundo plano a toda la gente que frente a ella pasaba para irse a tiempos remotos donde aún comenzaba a descubrir la magia del cine. Quizá fue con nueve años. No estaba segura. Sólo recuerda el olor a mantequilla quemada y a su madre riendo por haberse olvidado el fuego encendido. El cine para Summer no era una proyección sino todo un acto. El momento previo, la magia de la cinta y el entusiasmo posterior. Sin embargo, todos esos buenos recuerdos siempre llegaban a sus 16 años y la pérdida de sus padres. El cine, las palomitas, la mantequilla y los debates habían desaparecido con ellos.

Volvió a mirar el reloj y se percató de los diez minutos que sus pensamientos le habían robado.

Tampoco habrá refrescos dobles.

Escribió y envió mientras se incorporó a la masa de gente que entraba en la sala.

¡Ni gominolas!

Frunció el ceño mientras maldecía en su interior al rubio.
¡Cómo podía perderse la noche de los clásicos!. Summer pensó que quizá le doliese el plantón en especial por el hecho de ser un clásico. Tras el accidente de sus padres la rubia dejó de ir al cine o enamorarse de las películas. Quedó en un limbo legal en Storybrooke que no le permitía avanzar y todas las esperanzas de futuro y felicidad se vieron enterradas.

¿Cómo podía perderse aquella banda sonora tan amable? ¿Cómo podía ella permitírselo?

Con el privilegio de trabajadora a tiempo parcial, se acercó al puesto de palomitas donde trabajaba su compñaera, le deseo mucha suerte y animo en aquel día lleno de trabajo y se sirvió con descaro un bol gigante de palomitas. Con la otra mano se llenó el vaso más grande de coca-cola y, como siempre, dos pajitas. Le encantaba incrustárselas en los colmillos y absorver hasta que el frío de la bebida subiese por el nervio de la encía. Luego, claro, solía arrepentirse. También le encantaba poner las pajitas por fuera y hacer de ellas dos grandes colmillos cual león marino.

Siguió el bullicio y miró con anhelo la última fila de butacas, pero sin Isaac, no tendría sentido. Así que, tras un grupo de adolescentes, siguió su camino hasta la séptima fila y buscó una butaca libre.

No estaba segura de que Isaac lo supiera, pero había sido, en parte, gracias a él por lo que Summer había vuelto a sonreír y reavivar su amor por el cine. Había pedido el puesto de chica de los refrescos como una pequeña ayuda económica para los estudios. Sus padres habían dejado suficiente dinero, y esto, añadido a la venta de la casa familiar, había sido suficiente. Sin embargo prefería poder aportar algo de dinero y sentirse realizada, además el trabajo la ayudaba a relacionarse con gente y dejar atrás el oscuro pasado.

Desde el puesto de trabajo veía al rubio pasar, feliz, desenfadado, algo que ella envidiaba y que comprendió que era el séptimo arte quien se lo producía.
Se sentó en el asiento y acomodó el refresco y las palomitas.

Al menos Totó seguirá tan mono como siempre. Animará bastante la película

Summer era una chica muy peliculera y dramática en su vida. Sentía que su vida era una película y había que vivirla como tal. Ella era el Truman de su propio show y el dramatismo estaba a orden del día. Storybrook guardaba mucha más emoción de lo que en un principio se pudiera pensar y ganaba por goleada a la aburrida Seaheaven de la película. Además, Truman estaba solo y sus amigos no eran reales, ella al menos sí tenía un buen amigo. Amigo al que en esos momentos odiaba.

Como siempre, el bol de las palomitas iba vacíandose antes de que la película empezase. Casi siempre legaba a la mitad antes de que apareciesen los créditos iniciales.
La sala estaba casi llena lo que sugería la buena cabida del cine clásico en el pueblo. Summer entendió que eso era algo lógico cuando la película que se proyectaba era Cinema Paradise: el paradigma del cine. Quizá exageró un poco pues ni ella misma era capaz de decidir cuál era su película favorita; simplemente había muchas favoritas. Eran tantas y de tantos estilos…

Se apagaron las luces y con ello los últimos pedacitos de esperanza, escondidos en lo más oscuro de su corazón, de que llegase su amigo. Se sintió sola como describía Bridget Jones en su diario y con pena de metió un puñado entero de palomitas en la boca.

Por detrás llamaron su atención y cuando se giró para ver quien era maldijo al rubio con todo el amor que podría salir de sí y lo abrazó con fuerza. Se levantó y se mudaron a sus sitios: los mejores y más mágicos del cine, para disfrutarlo de verdad, no sólo de la película sino el hecho de ir al cine.

Igual tenias otra amiga por ahí y tenias… ─ titubeó─ ¡Martes de tacos! Una gran noche clásica de martes de tacos y preferías cenar que ver una película que ya has visto.
Rio con fuerza. Le encantaba hablar en broma y suponer cosas que sabía que eran mentira.

Por cierto, tienes suerte de caerme bien o no te ofrecería ni una sola palomita de mi super bol. ─ Ambos rieron  mientas extendía el bol para ofrecerle las palomitas que quedaban. Aún quedaba algo más de la mitad.

Con las luces apagadas, los acordes y las primeras imágenes de Sicilia salieron e impregnaron el ambiente de felicidad. Quienes habían visto el clásico sonreían con añoranza  ante la amabilidad de las imágenes de las próximas dos horas.

¿Sabes qué? ─ Susurró mientras aparecía la madre de Totó al teléfono ─ Hoy soñé que íbamos a Sicilia pero por algún motivo desaparecías en el vuelo. Seguro que mi subconsciente sabía que ibas a decirme algo de que no venías a verla… que listo es el cerebro. Aunque me alegro de que se equivocase. ─ Finalizó con una sonrisa y volvió la mirada a la película.

Summer nunca había salido de Storybrooke salvo por algunas excursiones cercanas con el colegio y ver aquellos parajes italianos la embriagaban de deseos por salir y ser libre.

Parecía que ya habían cerrado las puertas de la sesión y aún los últimos rezagados tomaban asiento. A pesar de ser un gran éxito, la noche de los clásicos no había superado el estreno de Star Wars semanas atrás. Quizá fuera porque en esta proyección no se regalaba nada de merchandaising. En el estreno de Star Wars había tenido que trabajar no sólo repartiendo palomitas y refrescos sino también unos pequeños llaveros con láser, que brillaban en la oscuridad, que regalaban al pedir combos de comida.

De repente Summer se sobresaltó y se giró hacia el rubio.

¡Casi lo olvido! Logré conseguir dos más mientras hacía limpieza en el almacén. Justo quedaban dos olvidados. Mi láser es verde. ¿El tuyo?

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