The Price of Magic
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Mensaje por Brigitte Belcourt Dom Dic 27, 2015 5:05 am

I'm intact, and I don't give a damn
Heladería| Zelda | Tarde
Lo bueno de trabajar por la noche, era que podía dedicarse todo el día a hacer lo que le diera la gana. Menos cuando había ensayos, claro, pero ese día lo tenia libre así que podía darse a la buena vida, lo cual, para qué mentir, era lo que más le gustaba. No estar atada a nada, ser libre como el viento... Y comer helado. Comer helado era maravilloso.

De modo que allí estaba, en la heladería, haciendo cola para pedir un cucurucho de menta y chocolate, con trocitos de chocolate y sirope de chocolate. La verdad es que probablemente aquel capricho le pasara factura más adelante, pero Brigitte solía vivir el momento, ya se enfadaría con sus muslos por estar gordos más tarde. Con sus muslos, no con ella misma. Era culpa de sus muslos engordar, no de que ella se quisiera comer el helado, estaba claro. De todas formas, ella siempre era perfecta, no tenía por qué preocuparse de aquellas cosas, ¿no? Estaba claro, a juzgar por cómo la miraban, que era, probableme...sin duda alguna, la chica más guapa del pueblo. Y cuando digo el pueblo, me refiero al mundo entero. Para asegurarse de ello, sacó su pequeña polvera para mirarse en el espejo y asegurarse de que estaba tan estupenda como siempre. Después de asegurarse de ello, se quedó un rato más admirando la obra de arte que la saludaba desde el cristal, de modo que cuando quiso darse cuenta, la cola había avanzado tanto que ahora era su turno, y había un amplio espacio entre el mostrador y ella, para disgusto de los que iban detrás en la fila y estaban disgustados. ¡Bah! ¡Amargados! Como eran feos, no podían entenderla.

Avanzó con dignidad hacia el mostrador, después de girarse para bufar al idiota que tenía detrás, que además de feo, era calvo. A continuación, pidió su tan esperado helado, observando cómo el heladero lo preparaba, mientras seguía escuchando a Mister Alopecia refunfuñando detrás suyo. ¡Qué aburrida era la gente vieja! Esperaba no ser nunca así.
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I'm intact, and I don't give a damn - Zelda Empty Re: I'm intact, and I don't give a damn - Zelda

Mensaje por Zelda S. Young Mar Dic 29, 2015 7:15 am

I'm intact, and I don't give a damn
Heladería | Con Briggite | Por la tarde  | Ropa
Sus cortas piernas luchaban por salir de aquella transitada calle del centro del pueblo. Apenas se cruzaba con un alma a lo largo de los días en StoryBrooke pero aquella tarde el destino había decidido jugarle una mala pasada al elegir el camino a seguir. Y es que tenía que ir a visitar a James, quien afirmaba por enésima vez en lo que iba de semana que iba a dejar su puesto de trabajo. Como buena hermana, Zelda siempre compraba una tarrina grande de helado de chocolate y se lo llevaba a su hermano mayor para que mantuviese la compostura una vez más. Y es que James ya se había acostumbrado que a la mínima queja que producía sobre su trabajo, su hermana aparecía con helado en su trabajo para intentar borrarle su nueva disparatada idea de la cabeza. A diferencia de Zelda, James no tenía un pelo de tonto, y al unir hilos había encontrado el camino más sencillo para conseguir helado cuando le apeteciese sin mover su culo del despacho.

¿Cuál había sido su problema? Aquel hombre. – Pero… - No importaba las veces que intentase interrumpirle, pues él seguía hablando sobre la importancia de donar un par de dólares a un grupo de niños desfavorecidos de África para que pudiesen ir a la escuela. Ella tan sólo debía comprar un libro y ya está. – Es que… - El hombre no dejaba que Zelda dijese palabra alguna y la chica ya  notaba como sus mejillas comenzaban a ponerse coloradas y sus ojos a empañarse por las lágrimas.  – Disculpe pero… - No había manera humana. El hombre hablaba a tal velocidad que Zelda no comprendía cómo aún no se había ahogado.

Pero llegó al límite. Zelda llegó al límite y de haber sido un dibujo animado de sus orejas hubiese salido una nube de humo a presión imitando a un tren. - ¡Pero deje de hablar! – Gritó enfadada elevando sendas manos horrorizada por la incapacidad de aquel hombre para escuchar lo que los demás decían. – Deje de engañarme, porque sea rubia no soy tonta, ¿Vale? Yo sé perfectamente que me está mintiendo, así que déjese de pedirme que done dinero a los niños en África porque todos sabemos que en África sólo hay monos, elefantes, leones y más animales. Ahí no hay ningún niño que quiera aprender a leer, así que váyase a buscar a otra persona a la que engañar. – El hombre no sabía si aquella chica hablaba en broma o era realmente en serio que pensaba que la humanidad no había puesto un pie en África. ¿Lo peor? Era todo cierto.

Sin importar cómo, había conseguido librarse de aquel vendedor y, aunque el resto de ellos se le acercaron para hablarle de una ONG diferente, Zelda siguió su camino sin girarse en ningún momento debido al estrés que había vivido recientemente. ¡Por favor! ¿Qué pensaban aquellas personas qué eran? Habían hecho que ella, quien siempre intentaba ayudar a los demás, ni fuese capaz de mirarles  a la cara.

Iba a tal velocidad, con tal nivel de ensimismamiento, que ni se dio cuenta que ya había dejado aquella calle para llegar a la esquina donde se encontraba la heladería a la que se dirigía. Y, cómo no iba mirando por donde iba, acabó por chocarse con la primera persona que se encontraba haciendo cola en la heladería. – Perdón. – Dijo de forma abrupta y casi con malas formas con la intención de seguir por su camino hasta que vio de quien se trataba. Su olvidadiza mente rápidamente hizo su papel y olvidó el enfado que tenía en aquel momento con el mundo. Una sonrisa se dibujó en su rostro y sus ojos se iluminaron como si de un niño que acaba de ver un dulce se tratase. - ¡Brigitte! – No era un simple rostro conocido, sino que era alguien con quien tenía cierto trato. - ¿Qué haces aquí? – Miró la heladería y, sorprendentemente, entendió por qué estaba ahí. – Ah, ¿Y qué piensas comprar? Yo venía a por un helado de chocolate grande para mi hermano, está otra vez diciendo que va a dejar el trabajo. Treinta años y aún no sabe qué hacer con su vida, a veces parece que aún es un niño pequeño que necesita que lo cuiden…
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I'm intact, and I don't give a damn - Zelda Empty Re: I'm intact, and I don't give a damn - Zelda

Mensaje por Brigitte Belcourt Mar Dic 29, 2015 8:10 pm

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Heladería| Zelda | Tarde
Y como no tenía suficiente con el viejo amargado, ahora alguien le daba un golpe. ¡Pero bueno, qué poca vergüenza! Brigitte estaba ligeramente molesta, y cuando digo ligeramente quiero decir que, de haber podido, su cara se habría puesto roja de indignación. Como no podía porque eso solo pasaba en los dibujos animados, simplemente se giró dispuesta a cantarle las cuarenta a aquel que había osado chocarse con ella. ¡Como si un monumento como lo era su cuerpo pudiera pasar desapercibido!

Sin embargo, su enfado se pasó tan pronto como vio a la causante de aquel golpe, ya que reconocía aquel rostro enmarcado por ese pelo dorado que, si bien no era tan lustroso como el de ella, no era tampoco horrible. Lo cierto era que aquella chica, Zelda, le caía bien. Probablemente eso fuera así porque la adoraba por ser actriz o por la película que se hubiera montado en su mente aunque, claro, todo el mundo debería adorarla. Pero aquella chica, en especial, lo hacía más. Y, a decir verdad, eso le encantaba.

En realidad, Zelda hablaba mucho para el gusto de Brigitte pero, en fin, nadie era perfecto. Excepto ella, pero es que ella jugaba en otra división. El caso es que, de la nada, la otra se puso a contarle no se qué cosas de su hermano dejando el trabajo y el helado de chocolate, cosas que Brigitte no entendió porque, realmente, no le interesaba demasiado. De hecho, le interesaba más que Mister Bola de Billar empezara a refunfuñar porque ella no pedía el helado y, además, se le había colado otra "rubia", palabra que dijo e tono despectivo. Si, era cierto que a la recién llegada le faltaba un herbor, pero Brigitte era de todo menos tonta. Y, para demostrarlo, no tardó más que unos segundos en urdir un plan solo para fastidiar a aquel amargado.

¡Vaya, Zelda, por fin llegas! Pensaba que no ibas a venir nunca, fíjate, ¡ya había llegado al mostrador y todo! ¡Temía haber tenido que pedir sin estar aquí y que se me derritiera el helado esperándote!    ─ exclamó, tirando del brazo de la joven para ponerla a su lado en la fila, es decir, colándola. Dirigió una mirada de soslayo a Don Calvorota, esbozando una sonrisa de satisfacción al ver cómo fruncía el entrecejo. Ahh, qué dulce era la venganza. Casi tan dulce como el helado que la esperaba. Solo esperaba que Zelda le siguiera el rollo. ─ ¿Entonces helado de chocolate grande para ti? ¡Parece tan sencillo! Pero yo no puedo decidirme... hmmm  ─ en realidad sabía de sobra qué se iba a pedir, tenía un verdadero antojo de helado de menta con chocolate, pero mientras más tiempo perdiera, más molestaría a Cabeza Pelada y mejor se sentiría consigo misma. Lo cierto es que Brigitte nunca había presumido de ser buena persona, y no era momento para cambiar costumbres tan arraigadas.
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I'm intact, and I don't give a damn - Zelda Empty Re: I'm intact, and I don't give a damn - Zelda

Mensaje por Zelda S. Young Miér Dic 30, 2015 5:10 am

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Heladería | Con Briggite | Por la tarde  | Ropa
Podía deberse a un fallo en las conexiones nerviosas de su cerebro, quizá a un golpe nada más nacer o podía haberse debido a ser la menor de tres hermanos y tener ya todo el trabajo hecho. Podía ser por una caída, por la cercanía entre las raíces de su pelo con su cerebro o simplemente porque nunca había tenido muchas luces. Y, lo cierto, es que la verdadera razón era la segunda. Nunca había sido una persona muy elocuente, ni de esas que destaquen por su capacidad para conversar sobre cualquier tema. No, Zelda no era precisamente una excepción al arraigado estereotipo de las rubias tontas. Más bien era la descripción gráfica de esa expresión tan común.

Y fue por culpa de esta inteligencia tan poco común – algo que la sociedad debería agradecer, pues de tener todos la misma inteligencia aún se encontrarían en cuevas intentando descubrir el fuego – su cara se convirtió en un auténtico poema al escuchar las palabras de su amiga. ¿Cómo que por fin? ¿Acaso habían quedado y no lo recordaba? ¿Y llegaba excesivamente tarde? Sus ojos se abrieron como platos en una auténtica expresión de pánico pues, la pobre, siempre llegaba tarde a todos los sitios, y aquello ya comenzaba a resultar molesto incluso para ella. ¡Qué desastre! – Ay, ¿Habíamos quedado? – Preguntó con voz incluso temblorosa. De haber sido cualquier otra persona quizá le habría importado menos, pero Brigitte… ¿Y si ahora pensaba que no le importaba quedar con ella? ¿Y si creía que ya no era su fan número uno? ¿Y si ya no volvía a dirigirle la palabra? ¡No podría vivir con ello! – Soy un desastre, que cabeza la mía, te juro que no lo recordaba. De haberlo sabido no hubiese llegado tarde, ni hubiese pasado por esa calle llena de vendedores de niños – mono de África. – Dijo de manera atropellada casi uniendo la totalidad de las palabras según hablaba.

Hasta que, sorprendentemente, una de las lucecitas fundidas que habitaban en su cabeza cobró nuevamente la luz. Se iluminó. No en un gran destello, más bien en un intento de lucir levemente. Apenas una mota blanca en un marco negro. Pues, por la voz de Briggite, aquello no era cierto. ¡Estaba intentando hacerle sitio en la cola! – Aaaaah… - Alargó lo más que pudo la vocal y guiñó un ojo a su amiga de manera totalmente exagerada. No apropósito, ni mucho menos, pues pensó que ese guiño era lo normal en esas situaciones. Aún cuando un hombre calvo con, irónicamente, malas pulgas, no paraba de mirar a sendas rubias y farfullar entre dientes sobre la pérdida de tiempo que le estaba suponiendo estar allí. – Sí, un helado grande de chocolate. Y si puede echarle unas virutas de chocolate por encima mejor. Y en tarrina, por favor. – Sonrió al heladero que miraba a ambas mujeres sin entender muy bien la situación.

Zelda se giró mientras el heladero preparaba su pedido y sonrió a Briggite, muy satisfecha con sus dotes detectivescas para entender tan rápidamente – al menos bajo su punto de vista – lo que había sucedido ante sus ojos. Muchas veces su madre le había asegurado que ella no era tonta, ni mucho menos, como muchos aseguraban. Su madre afirmaba, con el fin de hacer feliz a su hija, que simplemente tenía un nivel diferente para entender las cosas. Era una de esas personitas especiales de Dios, y eso que sus padres resultaban ser ateos practicantes. – Pídelo de vainilla, eso siempre es un acierto. O de fresa, aunque a mí personalmente la fresa no me gusta en los helados, es muy empalagosa. Pero las fresas de fruta me gustan mucho, y encima ahora es temporada de frutas, tengo que ir un día a comprarlas. ¿Te gustan más con nata o con azúcar? Ahora hay quien las toma con nutella. A mi madre le gustan más con leche, pero con leche son un poco sosas, ¿No? Ah, y mi padre las toma con zumo de naranja, también es raro. – Se encogió de hombros y siguió hablando sin dejar tiempo a la interrupción. - ¿Y si lo pides de dulce de leche? Es que hay muchos sabores. – Acercó su cara a la cristalera con los diferentes sabores de helado. – Pistacho… No, eso no. ¿Qué te parece de chocolate blanco? ¡Ah, también hay de limón! Y de naranja. – Se volteó a mirar a su amiga. - ¿Y si coges dos bolas? Así tienes más sabores, aunque tomas menos de ambos claro… Pero tomas dos. – A pesar de su poca inteligencia, su incapacidad para mantener la boca cerrada, su innata capacidad para desviarse del tema en mitad de la conversación o su forma de ser tan poco elocuente, era una buena persona. De esas que siempre intentan ayudar a los demás, aunque sus pocas neuronas dañadas no se lo permitan.
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I'm intact, and I don't give a damn - Zelda Empty Re: I'm intact, and I don't give a damn - Zelda

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